26/8/08

Sobre Reyes y Reyezuelos

Como respuesta al articulo de Javier Marias del sabado pasado (http://www.elpais.com/ articulo/ semana/absurda/ aventura/ 20080823 elpbabese_10/Tes) envío esta carta a El País. Puesto que albergo fundadas sospechas de que no la vayan a publicar, la reproduzco aquí, para vuestro deleite, o así espero.
A pesar de los más de treinta años que llevo viviendo en este país, hay cosas que nunca comprenderé. El estado intocable del Rey es una de ellas: que poner en tela de juicio la figura de Don Juan Carlos sea mayor delito que hacerlo con cualquier otra persona. Ahora bien, lo puedo atribuir a una idiosincrasia nacional —parecida a la corrida de toros— contra la que, en un ataque de relativismo antropológico, me abstengo de opinar.
Otra cosa, en cambio, es la inmunidad de ciertos Reyezuelos. Cuando el señor Marías suelta sus iracundas y parciales diatribas contra la flexibilidad del idioma castellano, cualquier voz disidente de mis amigas lingüistas feministas es acallada. Ahora el señor Marías —siguiendo sin duda la invitación de este su periódico; pero este sería otro tema— dedica una página a autoelogiar su proyecto editorial tan, ¡ah!, tan marginal, soñador, aventurero y alejado del sucio lucro.
Resulta que, además de alemana, soy librera, desde hace treinta años, librera de empresas pequeñas que podrían calificarse de soñadoras, aventureras, etc. Conozco la iniciativa del señor Marías y la alabo. Conozco, empero, también los proyectos de los cultísimos integrantes de la editorial Pre-Textos, de las personas responsables de Minúscula, Libros del Asteroide y de Melusina, de mis amigos de Nadir y de Ediciones del Oriente y del Mediterráneo, entre muchas otras. Sé a ciencia cierta que no les mueve el sucio lucro, que editan con tiento y amor, que se juegan herencias, sueldos de funcionario y hasta la subsistencia. Que los suplementos de los periódicos (incluido Babelia) les hacen un caso errático y que ahí siguen, con esforzadas y puntualmente remuneradas traducciones y bellas ediciones, que no piden favores y, si son favorecidos, es por su propio mérito.
Menos lobos, pues, señor Marías, que son muchos quienes se posicionan en un lugar distinto al de la multinacional voraz y descuidada en esta aventura de las editoriales. Que son tan, al menos tan elogiables como su propio proyecto.

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